Lecturas de empoderamiento
Me he acostumbrado a trabajar todas las tardes. Desde que se fue el verano las tardes se hacen más disponibles para la laboriosidad, no se si digo bien. Me refiero a que hasta hace muy poco disfrutábamos de un tiempo que invitaba a la vagancia, no en el sentido de no hacer nada, sino más bien como una propuesta para dejarte llevar por los sentidos, dedicarte más a la contemplación, quizás de la belleza de las pequeñas cosas. Yo por ejemplo he pasado muchas tardes del verano sentado mirando las plantas de mi jardín, y cuando anochecía he mirado al cielo, tratando de entender las cosas de este mundo, pero afortunadamente solo he visto estrellas, maravillosas y bellas estrellas, que me han transportado a un estado de ensueño.
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