Me he acostumbrado a trabajar todas las tardes. Desde que se fue el verano las tardes se hacen más disponibles para la laboriosidad, no se si digo bien. Me refiero a que hasta hace muy poco disfrutábamos de un tiempo que invitaba a la vagancia, no en el sentido de no hacer nada, sino más bien como una propuesta para dejarte llevar por los sentidos, dedicarte más a la contemplación, quizás de la belleza de las pequeñas cosas. Yo por ejemplo he pasado muchas tardes del verano sentado mirando las plantas de mi jardín, y cuando anochecía he mirado al cielo, tratando de entender las cosas de este mundo, pero afortunadamente solo he visto estrellas, maravillosas y bellas estrellas, que me han transportado a un estado de ensueño.
Ahora a mediados de noviembre estamos en otoño, al menos aquí en Sevilla es así. Aunque hasta «antesdeayer» hemos estado en mangas de camisa. Los dos últimos años he vivido en Madrid, ciudad que añoro, I miss Madrid. Allí he aprendido mucho, de la vida, y de las personas. La verdad es que me gustaría volver. Creo que es cuestión de tiempo. Lo que peor llevaba de Madrid era la polución, esta ciudad global (me imagino que Saskia Sassen la contemplará dentro de las cuarenta) debe mejorar en esto considerablemente. Es una pena que una ciudad tan hermosa y con tanta vida cultural esté envuelta en una nube tóxica que asfixia a todos sus habitantes. Yo he vivido el Claudio Coello un año, y el otro en Castelló, por lo que tenía la suerte de estar a cinco minutos andando del Retiro, y me refugiaba allí cada vez que podía. Me gustaba sobre todo por las mañanas, y los fines de semana, especialmente los domingos sobre mediodía. Antes un café, lectura y observación en el «Café del Arte», cruzas O´donell, pasando por las Escuelas Aguirre, que por cierto recomiendo el «cuscús» que hacen los jueves a la hora de comer, y solo salvando el ancho asfalto de Alcala, entras por la «Puerta de Madrid» al Retiro. Que gozada.
Lo más interesante de vivir en el sur es la proximidad al mar. Desde Sevilla podemos estar en una hora en playas como la de Zahora (Cádiz), una de mis favoritas, y poder disfrutar de un calamar de «potera» con una rica ensalada en el Sajorami (que siempre esta de moda). Poder andar como dios te trajo al mundo por Cala Isabel contemplando el faro de trafalgar…oh verano me quedo contigo. El verano es un estado mental me han dicho, yo lo he tenido hasta hace unos días. Es la lírica.
Estoy trabajando en mi master de la Sociedad de la Información, en la UOC, enfrascado en las lecturas de Castell, Sassen, Himanen, y otros muchos. Pero debo confesar que ahora mismo lo que más me apasiona es el mundo y los movimientos que describe David de Ugarte en «El poder de las Redes». ¡Droga dura! Yo pienso al igual que mi amiga y excompañera Bianka Haidu que es lo mejor que he leído en mucho tiempo. Me está abriendo nuevos caminos intelectuales y de posicionamiento de vida. Necesitaba algo así. Y además se cumple mi intuición con los libros: ellos te eligen a ti.
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